¿Por qué nos cuesta tanto llorar en presencia de nuestros hijos?
Esta semana he tenido la ocasión de vivenciar el poder sanador de una madre llorando frente a su hijo. Ocurrió en el espacio que ofrezco el primer miércoles de cada
mes ‘Pregunta a tu Doula’. De entre las mujeres que acudieron, unas embarazadas, otras recién paridas y otras con sus hijos más mayores, me llamo la atención una
madre que vino con su hijo de 15 meses. La manera en como le perseguía de un lado a otro de la sala pidiéndole que no tocara las cosas y la manera en como
esperaba que su hijo tan pequeño le hiciera caso me hicieron pensar en que
quizás desconocía que se puede esperar de los niños en cada etapa de su
crecimiento. El pequeño estaba en plena exploración del espacio, de las
presentes, de la fuerza de sus manos sus manos lanzando objetos, y del tira y
afloja con su madre. A mi me llegaba un niño con mucha fuerza, potente,
masculino, al igual que su mirada.
Yo
simplemente me limite a observar en silencio. Cuando ella tomo la palabra me
preguntó justamente por la relación con su hijo, y comenzó a explicar…
“Ya le ves, es que no puedo con él, no para, es un
terremoto, no se despega ni un momento de mi, no puedo cocinar, ni ir al baño
sin que me reclame o llore desesperadamente, estoy todo el día sola, mi marido
viaja mucho, yo deje de trabajar para estar con él…no me he separado de él
desde que nació…mis padres no viven aquí, la relación con mi suegra es
distante… y yo ya no puedo más..”
Y
rompió a llorar… un llanto quebrado, roto, que nacía desde lo más
profundo. Me acerqué a ella, le puse mi
mano en su espalda y le animé llorar, a dejarse ir… Ella se emocionó más y se
tapó la cara con las manos, “es no quiero
que mi hijo me vea llorar” dijo. Automáticamente
las otras madres, en un gesto de ayuda, intentaron distraer al pequeño
llamándole por su nombre, y yo les pedí que no lo hicieran, que dejaran a Diego
ver a su madre llorar. ¿Por
qué nos cuesta tanto llorar en presencia de nuestros hijos? Para ellos es un
gran aprendizaje. Si nosotras nos ‘rompemos’,
les damos permisos a ellos para ‘romperse’ y para experimentar toda la gama de
emociones que nos ha sido dada en este mundo. El llanto conmueve, afloja,
relaja, enternece, libera… Si no sale el llanto entonces aparece la tensión, el
enfado los gritos y luego la culpa…
Cuando
Diego se dio cuenta de que su madre lloraba, alargó los brazos hacia ella, abrazándola,
acariciándole la cara con sus manitas… toda su fuerza se convirtió en
ternura y ambos lloraron juntos.
Abrazados el uno al otro. Poco a poco la mamá se fue calmando y su hijo también.
Algo muy potente se liberó entre los dos. Por fin ella pudo soltar el rol de
madre-que-todo-lo-puede y mostrarle a su hijo su fragilidad, sus limitaciones,
su necesidad, su imperfección. Así su hijo podrá también mostrarlo al mundo y
en sus relaciones.
Paula
se fue diciendo que se sentía ligera, que se había quitado un gran peso de
encima. Que podía respirar… y
se dio cuenta de varias cosas: la primera y más importante, que necesita un breve espacio a la semana para
respirar, nutrirse de otras cosas y volver renovada al hogar para seguir
cuidando de su hijo. La segunda, que necesita más información sobre las etapas
evolutivas de los niños para conocer más en profundidad que le toca a su hijo
en estos momentos y cual es la mejor manera de acompañarle y la tercera, que
tiene ganas de tener algunos espacios a solas con su pareja.
La
historia de Paula es la historia de muchas madres. Si no nos escuchamos, si no
atendemos nuestras necesidades, el vínculo con nuestro hijo se resiente, se endurece,
se tensa. Ofrecernos pequeños espacios nos vivifica, nos nutre, nos
refresca…y por supuesto a ellos también.
Mònica
Manso
5
Octubre 2013
Es
difícil transmitir con palabras, en un post,
la atmósfera que se creo ese día.
Deseo haberlo conseguido aunque sea al menos un poquito. Para acompañarlo os dejo con el mensaje que
Paula me envió después de enviarle el texto y solicitarle el permiso para publicar su historia:
“Me has hecho volver a llorar…Me
parece perfecto que lo publiques…y no me molestaría que estuvieran nuestros
nombres…somos seres humanos con necesidades y sentimientos…Y es la vida real,
muchas mamis nos encontramos atrapadas en estas situaciones, en donde nuestros hijos
se convierten en nuestra prolongación olvidándonos que somos alguien, que
fuimos alguien y que necesitamos por nuestro bien y el de nuestros hijo seguir
siendo quien éramos…
Mónica, ahora estoy hablando con mi mami,
hace 10 minutos hablamos de mi experiencia contigo…mi mami lloró y me pidió
que me liberara un poco, que me quitara tantas ataduras y que buscara tiempo
para mi…Y le dije que aun siento tu mano en la espalda, y el calor de tu ser que
me envolvía para poder liberar mi dolor, mi frustración, mi estrés, mi tensión,
mi rabia…mi todo…
Gracias, de verdad… Y te lo repito,
me siento liberada…aún me quedan ganas de llorar, pero es normal, es la
llovizna típica que queda después que descarga la tormenta…
Pero por fin siento que puedo respirar
más profundo…
Paula
Hermoso! Muy identificada con esta historia, sobre todo la parte del tiempo de volver a uno y de retomar algo de espacio. En mi caso cuando me ha ocado llorar, he llorado (nunca he sabido contenerme) y mi hijo ahora de 2 me toca las làgrimas y dice que pachò? Yo muero de ternura al verle su rostro y le explico con amor que mami esta un poco triste que nada tiene que ver con él y que pronto ya pasará, me sonrio lo arazo lo beso y le digo te amo. Y vuelv a decir: todo pasa y ya estaré tranquila. Cuando logre (no hace mucho) al fin tener tiempo para mi fue sencillamente MAGICO! Siento que estoy voviendo a mi, sin que ello sea abandonar a mi hijo. Gracias por este post. A llorar a descargar A SER en frente de nosotras mismas y el resto. Namaste!
Impresionante!!! ¡Nos ha encantado el post y la carta de Paula! Es vital que mostrémos a nuestros hijos nuestros sentimientos, educarlos en la inteligencia emociona (de hecho, en El Bagul dels Jocs hasta hacemos talleres enfocados a eso)… ¿Como pretendemos tener adultos sanos emocionalmente si no dejamos que los niños aprendan a sentir sus emociones? ¿a gestionarlas sin rechazarlas? como en todo lo demás, deben aprenderlo de los mayores… aunque en este caso, los mayores debemos aprenderlo primero.
¡Nos encantó! Un abrazo a todos y todas.
Creo q todas las primerizas pasamos por esto cuando nos quedamos en casa. Olvidamos que somos personas antes de ser mamás, que necesitamos cuidarnos para cuidar a nuestro retoño. Y no importa si sabemos o no de crecimiento y desarrollo, igual necesitamos guía. No somos supermujeres. Animo a todas y a la pareja les digo escuchen a sus mujeres, ayúdenlas y acompáñenlas.
Qué potente experiencia!!! Hay veces en las que nos frustramos y sentimos que no damos más, y conseguir que alguien ayude a sacar todo de ese modo no es fácil… me conmueve enormemente tu relato, porque estoy nuevamente en ese giro de la montaña rusa, y leerlo me da fuerzas y me enriela nuevamente en ese camino, de no dejarse estar, de no dejarse de lado… lamentablemente me he dejado de lado en todo ámbito, y tengo la suerte de tener un compañero que entiende mi angustia y pena. Sin embargo, me cuesta salir sola, necesito encontrar una amiga que me contenga y me entienda, de mujer a mujer.
Un abrazo enorme Paula, ahora sabes que no estás sola, y que existen redes que pueden sólo acompañarte en silencio y ya te sentirás un poco más tranquila, retomando fuerzas para continuar.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Es un placer ver que las historias humanas nos conmueven a todos…
Fantastico, el poder de las palabras, transmitiendo algo que solo pueden llegar a entender, padres, madres, abuelas, abuelos y niñeras implicadas de lleno en la crianza.
Un saludo
http://kuidadores.es/
Me ha encantado, es precioso. Muchas gracias por compartirlo 🙂 Un beso