Una manera segura de mantenernos en el modo víctima es culpar a nuestra madre por sus defectos y por los nuestros, o sentirnos culpables por nuestros fallos como madres. Este modo nos aleja de nuestro poder personal y nos predispone para el sufrimiento.
Aunque es necesario ser sinceras con nosotras mismas acerca de nuestra infancia, aunque hemos de reconocer en qué no hemos acertado como madre, y en aquello que podemos hacer mejor con respecto a la crianza de nuestros hijos, no nos sirve de nada permanecer estancadas en el sentimiento de culpa.
En vez de eso, tenemos que aprender a seguir adelante conscientemente, con los ojos y el corazón abiertos. Más allá de cómo nos amó y crió nuestra madre, finalmente hemos de interiorizar y poner al día la forma de acogernos que nos trasmitió, y aprender las habilidades añadidas necesarias para amarnos y cuidarnos de modo óptimo.
Hemos de convertirnos en la madre ideal que deseábamos en vez que seguir demandando a nuestra madre humana. Hemos de volver a nuestra amorosa compasión hacia nosotras y hacia nuestra vida.
Si tienes hijos el trabajo que hagas para hacer las paces con tu madre y tu historia relativa a su atención y cuidados será el mejor legado de salud y curación que puedes transmitirle, y si no tienes hijas o no piensas tenerlas, debes saber que, sanando tu relación con el modo en que te crió y sustentó tu madre, serás para las mujeres y hombres de todas partes un modelo único: una mujer sana que ha hecho las paces con su pasado, vive plenamente su presente y desea con ilusión crear su futuro.
Nuestra madre es una mujer normal, común y corriente, con sus fortalezas y sus debilidades, sus aciertos y sus errores, cuando reconocemos estas limitaciones en vez de esperar que ella cambie o se adapte a nuestras expectativas, reconocemos lo que si recibimos y lo que nos faltó, nos lo damos.
Cambiamos de tener el foco y la atención en nuestra madre a poner la atención en nosotras mismas y allí es cuando verdaderamente nos empoderamos y conectamos con nuestra sabiduría interior para diseñar la vida que anhelamos, ese es el reto y el verdadero camino para una vida próspera y llena de abundancia.
Vamos a seguir profundizando en todo ello.
Yadday Hermoso