¿Cómo influyen las creencias en nuestra vida?


¿Cuantas veces te has planteado hacer alguna cosa y la has apartado de tu mente por creer que no serás capaz? ¿Cuántas veces te has planteado un parto natural y lo has desestimado por pensar que tu no puedes, que no estás preparada, que el dolor debe ser insostenible, que de la manera que tú eres nunca lo conseguirías, que eso es solo para algunas mujeres pero no para ti?

Nuestra forma de ser o ‘identidad’ está basada en creencias o ideas a cerca de nosotros mismos que hemos construido a lo largo de nuestra Vida. ‘Yo soy así, o de tal otra manera, me gusta esto y no lo otro, soy buena para las letras y malísima para las ciencias…’ y así seguiríamos en una cadena sin fin. Estas creencias las hemos adquirido sobre todo de nuestros padres quienes desde que nacimos nos han estado transmitiendo aquello que para ellos es bueno/malo, oportuno/inoportuno, correcto/incorrecto, a parte del tú eres, tú eres, tú eres… pero no sólo de ellos, toda persona que fue importante para nosotros, también han sido transmisores: abuelos, maestros, amigos… A todas estas ideas a cerca de nosotros y el mundo, repetidas una y otra vez, les dimos ‘el visto bueno’ sin darnos cuenta y se incorporaron a nuestro hacer, a nuestra identidad, llegando a adquirir el estatus de auténticas certezas. ‘Yo no sirvo para estudiar’, ‘Yo no sirvo para dar de mamar, como no sirvieron ninguna de las mujeres de mi familia’.

En nuestra infancia aprendimos toda una serie de reglas que todavía utilizamos en la actualidad. Estas reglas se han convertido en nuestros amos y las obedecemos sin cuestionárnoslas. Es imposible que puedan aplicarse a todas las situaciones que se nos presentan en la vida, de ahí muchas veces viene el sufrimiento. ‘Hay que comportarse bien en la mesa’, ‘no hay que pedir favores a nadie’,’debería ser más valiente …’, cada uno que ponga sus ‘hay que’, ‘tengo que’ y ‘debería’ y descubrirá sus propias reglas. Y fíjate en ellas: ¿Te facilitan la vida o te la obstaculizan? ¿Te producen bienestar o te hacen sufrir? ¿Quieres seguir siendo fiel a tus padres o deseas realmente empezar a vivir tu vida?

Es que yo soy así… es el aprendizaje que hicimos cuando nuestros padres nos decían ‘tu eres así’. El verbo ser nos ancla, nos estanca, nos detiene, obstaculiza cualquier posibilidad de mejorarnos y por lo tanto de crecer en la vida. Sin embargo, las cosas cambian cuando nos referirnos a nuestras acciones en el momento presente: ¿es lo mismo decir ‘Soy un despiste’ que ‘Hoy estoy despistado’, ‘Hoy tengo dificultades para comunicarme con mi hijo’ que ‘No soy capaz de comunicarme con mi hijo’? La manera en como utilizamos el lenguaje es una de las claves. Probadlo y constatad que sucede dentro vuestro cuando cambiáis el yo soy por hoy estoy. El lenguaje no solo sirve para comunicarnos con los demás sino también con nosotros mismos, dime como piensas y te diré quien eres. Y sirve para mucho más, las palabras que pronunciamos acerca de nosotros, los demás o el mundo crean nuestra realidad.

Las creencias son el reflejo de nuestro aprendizaje en el transcurso del tiempo. En algunos casos lo que hemos aprendido funciona bien, no hay necesidad de cambiar. En otros, funciona muy mal por lo que ¿por qué no plantarse un cambio? y como se trata de algo aprendido podemos cambiarlo en cualquier momento de nuestras vidas. Lo importante es que estemos dispuestos a aprender algo nuevo. Para ello sólo necesitamos un poco de paciencia y práctica para que se incorpore a nuestro hacer en la vida. Así de fácil.

Revisa tus creencias, hazte consciente de tus pensamientos y tu lenguaje y positivízalos. Siempre hay tiempo para re-definir tu identidad e ir en busca de tus sueños.

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