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SOBRE LA IMPORTANCIA DE GATEAR

 

¿Os habéis dado cuenta de que muchos niños hoy en día no
gatean?
Veo a diario madres y padres
que interfieren en el proceso de desarrollo evolutivo de sus hijos e
hijas queriendo que caminen antes de tiempo, deseando que se hagan grandes
rápido y sean autónomos. La consecuencia es que la etapa del gateo, tan
importante para el desarrollo del ser humano a muchos niveles, se la saltan,
argumentando que ‘ no quiere gatear, sólo quiere caminar’, quitándoles la gran
oportunidad de estar en el suelo.  Es la
impaciencia que caracteriza nuestra sociedad occidental, patriarcal,
productiva. Una especie de resorte interno que no nos deja estar relajados
junto a nuestros hijos, contemplarlos, estar presentes sin interferir, dejando
que la naturaleza siga su curso…
El gateo desarrolla la visión, la tactilidad, el equilibrio,
la medida del medio y su adaptación, además de otras importantes
funciones.  Os dejo con esta información
que he encontrado (fuente: http://www.institutosfay.com/#Escena_1
) sobre la importancia de la etapa de gateo:
POR QUÉ ES IMPORTANTE EL GATEO
Crea rutas de información.
Conecta los hemisferios cerebrales.
El gateo es una base fundamental para el desarrollo educativo
del niño. Crea rutas de información neurológicas entre los dos hemisferios, es
decir, facilita el paso de información de un hemisferio a otro. Las rutas
creadas no sólo valen para funciones del movimiento sino que son precursoras de
conexiones que servirán para crear otras conexiones entre los dos hemisferios
para funciones cognitivas.
Sincroniza el brazo con el pie del lado contrario.
Desarrolla el patrón cruzado.
Es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal
organizado del ser humano. Implica que el brazo derecho va sincronizado con el
pie izquierdo y el brazo izquierdo con el pie derecho. Se llama patrón cruzado
porque hay dos ejes cruzados, y mediante el apoyo en equilibrio sobre las dos
extremidades opuestas de uno se pueden desplazar las dos del otro eje y
encontrarles  nuevos puntos de apoyo que serán la base del siguiente
desplazamiento.
Una consecuencia importantísima es que ese movimiento implica que el de las
caderas y el de los hombros, que se mueven al avanzar gateando crea una
rotación relativa de la columna tonificando los músculos que permitirán
mantenerla erecta cuando el niño se ponga de pie.Permite saber dónde están las partes del cuerpo.
Desarrolla el sistema vestibular.
Este sistema manda señales de los dos laberintos del oído al cerebelo para
saber en qué posición está constantemente la cabeza. Así permite luego
referenciar (colocar) todo el cuerpo respecto a esa posición. Es la llamada
propioacepción o saber dónde están los puntos del cuerpo, lo que permite
moverlo, ya que sabemos donde está al principio y al final de cada movimiento.

Posibilita el enfoque de los ojos.
Desarrolla la convergencia visual.
Al mirar al suelo, el niño converge o enfoca los dos ojos a un mismo punto, a
corta distancia. Cuando mira adónde va, a unos 3 metros por lo menos,
coloca con los ojos la convergencia en un punto infinito. Es un ejercicio
muscular fantástico para los ojos que facilita la acomodación visual. Según
estudios de optómetras, el 98% de los niños con estrabismo no gatearon lo
suficiente de pequeños. También parece que los ojos vagos están relacionados
con un mal desarrollo de las convergencias.

Siente el tacto y luego podrá asir objetos.
Desarrolla la oposición cortical.
En el gateo, la cabeza está en un plano y la palma de la mano en otro. El niño
siente la tactilidad de la palma que ve, fundamental para desarrollar luego la
oposición cortical del dedo gordo de la mano, oponiéndose a los otros cuatro
dedos. Esa función en una mano es la que permite asir los objetos, la
manualidad fina, esencial para luego poder escribir. Al masajear la palma de la
mano envía información al cerebro de dónde está la palma y de cómo al moverla
para apoyarse va sintiendo diferentes sensaciones.

Se adapta al medio.
Le ayuda a medir el mundo que le rodea.
La distancia que hay entre los ojos y la palma de la mano al gatear es una
medida fundamental -la braza- en todas las civilizaciones. Con esa nueva medida
corporal, el niño mide el mundo circundante y se adapta al medio, porque lo mide
constantemente y va retomando información. Si entras de mayor en una casa donde
pasaste la infancia, te parece más pequeña de lo que era para ti porque
entonces, tu medida de braza, era menor.Un hemisferio será el dominante Ayuda a establecer la futura lateralización.
En el nivel de desarrollo posterior al gateo, comienzan los primeros procesos
de lateralización. Es necesario que uno de los hemisferios se convierta en el
dominante y el otro en el subdominante o servidor, para no tener que operar con
ambos a la vez. Al conectar los dos hemisferios gracias al gateo, se facilita
acudir más rápidamente a funciones más complejas que requieren de ambos
hemisferios y de áreas cerebrales no simétricas y diferenciadas. Un niño
pequeño que va a coger una naranja echa las dos manos a la vez. Una misma orden
llega simultáneamente a cada uno de los dos hemisferios. Un niño con un nivel
de organización superior coge la naranja con una mano o con otra, dependiendo
de si está a un lado o a otro o si es más diestro o zurdo.

CÓMO INFLUYE EN LA ANATOMÍA
Al gatear, el niño apoya su
peso en las palmas de las manos y soporta esa tensión en las articulaciones de
los hombros, de la columna vertebral, del fémur y la cadera. Aprende la
oposición a la gravedad. La formación de la articulación de las caderas, que
realiza con el arrastre y el gateo, es fundamental para cuando se ponga de pie,
pueda sustentar sobre esas articulaciones el peso del cuerpo. Y la función hace
que los huesos se calcifiquen.

¿LE PASA ESTO A TU PEQUE?
En el gateo el niño se apoya en
dos puntos. Para ponerse de pie tiene que estar bien organizado cerebralmente
para apoyarse en un punto y mantener el equilibrio. “Es muy típico que los
niños que se ponen de pie sin tener desarrollado todo el sistema, se queden
como confundidos o mareados, miren alrededor, se sorprendan de que no logran
mantener la posición, bajen al suelo y pasen una temporada gateando como locos
hasta que vuelven a ponerse otra vez de pie”, recalca Gardeta.
CURIOSIDAD: CUÁNDO EMPEZÓ
“Históricamente, el gateo sólo
fue posible con el asentamiento de pueblos nómadas”, afirma Gardeta. “Tener un
suelo limpio y seguro para el niño se ha conseguido muy recientemente en la
evolución humana. En los pueblos primitivos, dejar un niño en el suelo suponía
su muerte, porque se ponía al alcance de los alacranes, serpientes, etc.”.
Hasta mediados del siglo pasado, las madres echaban una mantita en el suelo y
echaban al niño. Hoy existen demasiados aparatos y cachivaches que evitan que
el niño gatee por el suelo.
CÓMO PROMOVER EL GATEO
El gateo a veces se utiliza como gimnasia. Pero no hay
ninguna línea o escuela que lo fomente como mecanismo de desarrollo de la
organización cerebral infantil. Se sabe que el movimiento tiene una importancia
esencial pero no se fomenta como se debería, dice Gardeta.
Busca un suelo limpio, seguro, acogedor, no frío, y mantén a
tu peque el mayor tiempo posible en el suelo, por ejemplo, una hora al día. El
solito empezará a aprender. También hay técnicas de estimulación para que aprenda
primero a arrastrarse y luego a gatear.
No le fuerces a ponerse de pie. Si no está preparado le crea
inseguridad, concuerdan los expertos. Es consciente de que le pones un desafío
para el cual no está preparado y fracasa. Lo mejor es que empiece a andar por
sí solo, primero dos pasitos, luego tres… “Poner de pie al niño, sentarle en
una sillita o montarle en un tacataca, sin que tenga la musculatura preparada
para mantener el tronco erecto, hace trabajar incorrectamente a un sistema que
no está maduro”, afirma Gardeta.
Uno de los sitios que le hace ponerse de pie es el corralito
porque no puede gatear. “No está mal tenerlo un ratito ahí pero luego hay que
dejar que el niño gatee, recorra la casa, que es lo mejor. Utiliza el cochecito
para llevar al niño de un sitio a otro cuando todavía no ha llegado a
andar”,  pero evita abusar de estos y otros aparatos que retardan el
desarrollo del movimiento, aconseja Gardeta.
Lo mejor es madurar y asentar cada una de las fases
anteriores al andar, que son arrastrarse y gatear. Si estas fases han sido
desarrolladas correctamente, cuando el niño se ponga de pie, no tendrá
problemas. Ahora los niños no tienen experiencia de luchar contra la gravedad
progresivamente y utilizar funciones que luego constituirán su movimiento,
explica Gardeta. Si no gatean no es que no se logre la organización cerebral
pero se retrasará el desarrollo.
Gatear con una pelota es mucho más efectivo que poner una
alfombra colorida en el suelo, porque cuando el niño es capaz de converger con
los dos ojos, el proceso superior es el seguimiento visual y seguido de
desplazamiento de un objeto que se mueve, aclara Gardeta.
¿CÚANDO DEJARÁ DE GATEAR?
Cuando el sistema de funciones
cerebrales necesarias esté lo suficientemente maduro por sí mismas o convenientemente
estimuladas, el propio niño se pondrá de pie, señala Gardeta. Los primeros
pasos suelen aparecer alrededor al año de vida, señala Gardeta. “Entre los 16
meses y los dos años se afirma la bipedestación. Pero no pasa nada porque
gateen.
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POLAROID DE VERANO (en el corazón)

 

 “Papá, coge un puñado
de arena en cada mano y dáselo de comer a las olas, les encanta!”
Pau estuvo dando de comer a las olas durante una hora… mientras,
yo, sentada en la arena, sin escuchar lo que decían (tan sólo el sonido de las
olas y el viento) contemplaba la escena:
A mi hijo de cinco años, acompañado de su padre, jugando con
las olas, saltando, fluyendo, riendo, revolcándose, siendo plenamente feliz en
armonía con el océano, siendo uno con las olas… en una playa inmensa, los dos
solos…Y las olas se acercaban a él, querían jugar con él, rozarlo, mecerlo,
tocarlo, ser alimentadas…
Respiré profundamente para hacer espacio en mi memoria
(visual, auditiva, corporal), miré al cielo y di las gracias. Gracias (A la Vida,
al Universo Al Gran Espíritu que todo lo habita o como queráis llamar a la
fuerza espiritual) por permitirme participar de este momento tan mágico.
Es mi polaroid de verano, guardada en mi corazón.
Todo esto sucedió en las desérticas playas del Delta del
Ebro.  No hace falta irse muy lejos para
encontrar quietud y soledad en el mar…
Mònica Manso
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La maternidad nos da alas

¿Sientes como la maternidad te da alas?
Somos superheroínas de lo cotidiano.
Y hacemos de lo ordinario algo extraordinario.
De la comida al baño, del cuento al canto, del llanto a la calma.
Con solo una palabra, un gesto, un abrazo,
llevamos volando a nuestros hijos al reino del corazón.
Un reino que quedará en su memoria de por vida.Especialmente dedicado a todas las madres que hemos decidido criar con
apego, para que nos pongamos una medalla por la valentía de nadar
contracorriente en nuestra sociedad patriarcal.
Mònica Manso
Imagen: Gioia Albano
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“El cuerpo dolor de los niños” por Eckhart Tolle

Navegando ayer por Facebook me encontré con este post donde se explicaba la visión de Eckhart Tolle sobre las ‘rabietas’ de los niños. Muy interesante.  El blog que lo publicaba también lo es, os dejo la referencia http://larutadelailuminacion.blogspot.com.es/:

“En los niños, el cuerpo del dolor a veces se manifiesta a través del mal
humor o el retraimiento. El niño se torna hosco, se niega a
relacionarse y puede sentarse en un rincón a chuparse el dedo o abrazado
a un muñeco. También se puede manifestar a través de accesos de llanto o
de pataletas. El niño grita, se tira al piso o incurre en
comportamientos destructivos. El hecho de no conseguir lo que desea
puede desencadenar al cuerpo del dolor, y en un cuerpo del dolor apenas
en desarrollo, la fuerza del deseo puede ser intensa. Los padres podrán
sentirse perplejos sin saber qué hacer y sin poder creer que su pequeño
ángel se ha convertido en un monstruo en tan sólo unos segundos. “¿De
dónde sale tanta desesperación?” se preguntan. Es, en mayor o menor
medida, la participación del niño en el cuerpo colectivo de la
humanidad, el cual se remonta al origen mismo del ego humano.Pero el
niño quizás recibió sufrimiento de los cuerpos del dolor de sus padres,
de tal manera que estos podrán ver en su hijo el reflejo de lo que hay
en ellos. El cuerpo del dolor de los padres puede afectar profundamente a
los niños altamente sensibles. El hecho de tener que presenciar
la demencia del drama de sus padres les provoca un dolor emocional
insoportable, de tal manera que son estos niños quienes llegan a tener
cuerpos del dolor muy densos en la edad adulta. Los padres que tratan de
ocultar sus cuerpos del dolor no engañan a sus hijos. “No debemos
pelear delante de los niños”, dicen, pero eso sólo significa que
mientras conversan educadamente, el hogar está cargado de energía
negativa. Suprimir el cuerpo del dolor es extremadamente tóxico, mucho
más que dejarlo manifestar abiertamente, y los niños absorben esa
toxicidad psíquica, la cual contribuye a acrecentar sus propios cuerpos
del dolor.

Algunos niños aprenden acerca del ego y del cuerpo del
dolor por la vía subliminal, por el solo hecho de vivir con padres
altamente inconscientes. Una mujer cuyos dos progenitores tenían un ego y
un cuerpo del dolor muy fuertes me dijo que cuando sus padres se
gritaban y se ofendían, a pesar de amarlos, ella se decía, “estas dos
personas están locas. ¿Cómo terminé yo aquí?” Ya tenía la conciencia de
la demencia de esa clase de vida. Esa conciencia le ayudó a amortiguar
la cantidad de dolor absorbida de sus padres.

Los padres suelen
preguntarse cómo manejar el cuerpo del dolor de sus hijos. La primera
pregunta, por su puesto, es si están manejando el propio. ¿Lo reconocen
dentro de sí mismos? ¿Pueden mantenerse lo suficientemente presentes
cuando se activa para poder tomar conciencia de la emoción a nivel de
las sensaciones antes de que pueda convertirse en pensamiento y, por
tanto, en una “persona infeliz”?.

Mientras
un niño sufre un ataque del cuerpo del dolor no es mucho lo que podamos
hacer salvo estar presentes a fin de no dejarnos arrastrar hacia una
reacción emocional y evitar así que el cuerpo del dolor del niño se
alimente de ella. Los cuerpos del dolor pueden ser enormemente
histriónicos y no hay que dejarse engañar por ellos. No hay que tomarlos
muy en serio. Si el cuerpo del dolor se activó por que no se le dio
gusto al niño, es preciso no ceder ante sus exigencias. De lo contrario,
el niño aprenderá que “mientras más desgraciado soy, mayor es la
probabilidad de obtener lo que deseo”. Esta es la fórmula para la
disfunción posteriormente en la vida. El cuerpo del dolor se frustrará
al ver que los padres no reaccionan y seguramente exagerará su ataque un
poco más, antes de tranquilizarse. Por suerte, los episodios del cuerpo
del dolor suelen ser más breves en la infancia que en la edad adulta.

Conviene
hablar con el niño sobre lo sucedido cuando se serene, o al día
siguiente. Pero no se trata de hablarle al niño sobre el cuerpo del
dolor. Lo mejor es hacerle preguntas
como, “¿qué te pasó ayer cuando no podías dejar de gritar? ¿Recuerdas?
¿Cómo te sentiste? ¿Te gustó esa sensación? ¿Tiene nombre eso que te
sucedió? ¿No? ¿Si pudieras darle un nombre, cómo lo llamarías? ¿Querrías
hacer un dibujo para explicar cómo fue? ¿Se durmió? ¿Crees que pueda
volver?”.

Estas son apenas algunas sugerencias. El
propósito de este tipo de preguntas es despertar en el niño su facultad
para observar, es decir, su Presencia. De esa manera, el niño aprenderá a
no identificarse con el cuerpo del dolor. También conviene que el padre
hable con el niño acerca de su propio cuerpo del dolor, en unas
palabras que el niño pueda comprender. La próxima vez que el cuerpo del dolor asuma el control del niño, se le puede decir, “ha regresado, ¿verdad?”
Se deben utilizar las mismas palabras que el niño utilizó cuando habló
al respecto y dirigir su atención hacia sus sensaciones. La actitud del adulto debe ser de interés o curiosidad, en lugar de crítica o condena.

No
es muy probable que con eso se pueda frenar al cuerpo del dolor y hasta
podrá parecer que el niño ni siquiera escucha. Sin embargo, en el fondo
quedará algo de conciencia, incluso durante los momentos en que esté
activo del cuerpo del dolor. Con el tiempo, la conciencia se irá
fortaleciendo mientras el cuerpo del dolor se debilita. El niño estará
desarrollando más Presencia. Un día quizá suceda que sea el niño quien
nos señale que nuestro cuerpo del dolor ha asumido el control sobre
nosotros.

Eckhart Tolle en “Una Nueva Tierra”.

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Hijo mío eres bienvenido

¿Cómo cambiaría la vida de los seres humanos si fueramos recibidos con estas palabras?


Hijo, hija mía,

Eres bienvenid@,

Eres importante,

Eres únic@,

Eres especial,

Tienes valor,

Tienes mucho que ofrecer al mundo.

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Educar…

Me encantó este poético texto sobre el arte de educar.  lo tomé del muro de Facebook de uttam Módenes http://www.facebook.com/uttammodenes

Educar es mostrar la vida a quien aún no la ha vivido.
El educador dice: ¡Atento, apunta! El alumno lee la dirección apuntada y ve lo que nunca vio. Su mundo se expande, se ve más rico interiormente. Y, sintiéndose más rico interiormente, puede sentir mayor alegría y compartir más alegría, que ésa es la razón por la que vivimos.

La primera tarea de la educación es enseñar a ver. Los niños a través de los ojos tienen el primer contacto con la belleza
y fascinación del mundo…

Los ojos tienen que ser educados para que la alegría aumente. La educación consta de dos partes:

– Educación de las habilidades
– Educación de las sensibilidades

Sin la educación de las sensibilidades, todas las habilidades se tornan sin sentido. Los conocimentos nos dan medios para vivir; la sabiduría nos da razones para vivir.

Quiero enseñar a los niños.Aún tienen los ojos encantados
Sus ojos están dotados de aquella cualidad que, para los griegos, era el principio del pensamiento: la capacidad de asombrarse al contemplar lo más simple. Para los niños, todo es maravilloso: un huevo, una lombriz, un caracol, o el vuelo de las mariposas, o los movimientos de las langostas, un cometa en el cielo, una peonza en la tierra. Cosas que los eruditos no suelen ver.

En la escuela se aprenden complicadas clasificaciones botánicas, pero ningún profesor llama la atención sobre la belleza de una manzana, o lo curioso de las simetrías que muestran sus hojas.

Parece que las escuelas están más preocupadas por hacer que los alumnos memoricen palabras que en comprender las realidades que ellas representan.

Las palabras sólo tienen sentido si nos ayudan a ver mejor el mundo. Aprendemos palabras para mejorar los ojos.
Hay muchas personas con visión perfecta que nada ven…

El acto de ver no es algo natural. Necesita ser aprendido.
Cuando abrimos los ojos, se abren las ventanas de nuestro cuerpo, y el mundo aparece reflejado dentro.

Los niños, sin hablar, nos enseñan las razones para vivir.
Los niños no tienen saberes que transmitir. Su encanto es conocer lo esencial de la vida.

Quien no transforma su manera adulta de ver y sentir y no se hace niño, jamás será sabio.

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DECÁLOGO DE LA MADRE SEGÚN LA PSICOGENEALOGÍA

1.-He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.
2.-Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.
3.-No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.
4.-Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.
5.-Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que él juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.
6.-Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.
7.-Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.
8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo ni lo obligo.
9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado lo bonsaitizo, nunca será adulto.
10.-Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “eres nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él. Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, lo es todo en potencia.

Tomado del blog “Embarazo, mandala de panza y lunas” http://embarazomandaladenuevelunas.blogspot.com/, de Germana.

La imagen: Pintura acrílica sobre metal. “Madre e hijo ” por Elizabeth Ruch

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El arte de ser mujer nutridora

“Convertirse en mujer nutridora, supone estar enraizadas en nuestro cuerpo y haber integrado por nosotras mismas nuestras necesidades fundamentales: cuidar de nuestra vida, de nuestro cuerpo, de nuestra nevera,  de nuestro tiempo, de nuestra casa, de nuestro templo interior, de nuestras emociones y de nuestros amores!.  Aprender esto merece un rodeo, porque no podemos crecer y ayudar a su vez a crecer a nuestros hijos si no respetamos para nosotras mismas ese ciclo nutridor de la vida.”
Monique Grande.
Imagen: “The Nestling” a print of the original acrylic painting by Emili Balivet, 2008.

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El postparto de Patricia

Conocí a Patricia el pasado Septiembre del 2011.  Llegué a su casa y me encontré una mujer joven, con una gran sonrisa y una niña de dos meses en brazos.  Su piel todavía conservaba la blancura de estar recién parida.
En nuestra primera conversación Patricia me dijo que después de dos meses de criar a su hija se había dado cuenta de que necesitaba el apoyo y el acompañamiento de una doula, me lo dijo con la emoción a flor de piel y esa gran sonrisa temblándole en los labios.  Me había escogido porque a parte de doula, también era terapeuta y sentía que tenía mucha necesidad de recolocar cosas con su madre, con su parto, con su hermana, con la madre de su compañero… cosas que ya estaban ahí antes, pero que ahora se estaban removiendo con mucha fuerza en su interior.
La verdad es que nunca antes había tenido una demanda para hacer de doula y terapeuta a la vez. Le expliqué a Patricia que la terapia la llevo a acabo en mi consulta, y el acompañamiento como doula posparto en casa, es diferente y  que muchas mamás quieren ser acompañadas solamente, no que les hagan terapia… pero viendo en su cara el deseo y la necesidad, decidí dejarme llevar por lo que la vida me traía y acepté.  Quedamos en que lo que tendríamos serían conversaciones transformadoras más que terapia propiamente dicha y que lo probaríamos a ver que sucedía…
Patricia tenía las cosas muy claras: la lactancia perfectamente establecida, sus brazos continuamente sosteniendo a su hija, fulares y mochila para llevarla de un lado a otro, colecho, la idea de educarla en casa… el vínculo con su hija estaba bien establecido, claro y transparente.  Sólo había que mirar a Iris para darse cuenta: una niña con una mirada penetrante, clara, con ganas de absorber el mundo, vivaz, despierta, casi diría lúcida, que se comunicaba con unos sonidos guturales que parecía un pájaro cantando.  Los niños del tercer milenio, acompañados de padres del tercer milenio, que son así…
En un primer momento acordamos un acompañamiento de 2 semanas (dos horas por la mañana en días alternos), que se fue alargando hasta un mes y medio. Cada día, cuando llegaba, le preguntaba ¿Qué necesitas hoy? Y ella expresaba su necesidad: charlar, cocinar, pasear, poner una lavadora, llevarme a Iris de paseo para que ella tuviera un ratito para ducharse, barrer el suelo… y lo hacíamos las dos juntas pues a ella le encanta cocinar y cuidar de su hogar, con Iris en brazos, ella o yo, y mientras íbamos y veníamos, cambiábamos pañales te tela, preparábamos un lasaña, o sentadas en el sofá con tu té (yo, ella agua, mucha agua), conversábamos  sobre su parto, sobre la relación con su madre, con su hermana, sobre todas las cosas que necesitaba recolocar en su interior.
Una conversación transformadora para mí es aquella en la que conseguimos ampliar nuestra perspectiva de la situación que estamos viviendo,  aquella que nos permite verla desde otro lugar, desde otro prisma. De manera que la situación inicial se va transformando en algo diferente, toma otro cariz y deja de hacernos sufrir para llevarnos al aprendizaje.  Y así fueron las conversaciones con Patricia.  De pensar que su parto había sido horrible a darse cuenta de que la próxima vez debía afilar más su intuición para escoger a las comadronas que la acompañen. De pensar que ‘no lo había hecho bien’ a darse cuenta de  que lo que necesitaba era pedir más feedback a sus acompañantes para sentir que lo estaba haciendo lo mejor que podía, con lo que sabía. De pensar que había tenido un ‘mal parto’ con un ‘mal final’ a darse cuenta de que fue poderoso y una gran experiencia de aprendizaje con un final más que respetado.
De sentir la distancia con su madre y su hermana a ver que había momentos y situaciones donde sí fluían, y el camino de reencuentro estaba por ahí… De sentirse inexperta con Iris y hacer muchas preguntas a darse cuenta de que la paciencia es la mejor compañera para establecer el vínculo con nuestro bebé y conocer sus ritmos…Y así fueron surgiendo temas y más temas, y versiones diferentes del tema inicial… y su corazón se fue calmando…entre sopas de verduras, sábanas tendidas, lactancia en el sofá y paseos por el parque…
Mi Patricia… Una mujer muy sabia, llena de amor, de fuerza, de tesón, generosa, resolutiva, luchadora, muy consciente de su pasado, con las ideas claras, con planes de futuro… comprometida con su crecimiento como persona y como ser espiritual, un punto jodorowskiana… una mujer con una sonrisa y un corazón que te llegan al alma…

Va por ti.  Gracias por aparecer en mi camino y por todo lo que tú me has enseñado a mí.

Y  EL TESTIMONIO DE PATRICIA…
Me daba pereza escribir este párrafo, porque ahora que Iris se ha dormido es mi momento. Y ya no está Mónica que me da momentos para mí : que se va a pasear a Iris, o me ayuda a colgar la ropa, hacer la compra, o me acompaña con los sentimientos locos que estoy viviendo, que si alegría que si tristeza, que si bronca con mi madre, que si me siento sola, que si quiero estar sola….

Y digo que me daba pereza escribir, porque puedo, porque con Mónica puedes expresar cualquier cosa que sientas por muy loca, inapropiada o incoherente que te parezca y ella está allí para comprenderte, animarte a expresarla, sin juzgarte y acompañándote con ternura en las luces y sombras de la maternidad

Me daba pereza no porque no sepa qué decir sino porque no sé si seré capaz de expresar lo que mejoró mi vida desde que Mónica empezó a acompañarme. Yo no sabía que existían las doulas, pero ahora tengo claro que el mejor regalo que se le puede hacer a una recién mamá es la compañía de una doula con la madurez emocional que tiene Mónica.

Mónica ha sido mi doula, mi niñera, mi madre, mi hermana, mi tribu, mi psicóloga… y ahora mi amiga.

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Cuando nuestros hijos preguntan a cerca de la muerte…

Hace unos días mi hijo Pau, de cuatro años, me preguntó: ‘mamá, ¿y cuando se muera el papa que haremos?’. Respiré profundamente y me vino una respuesta obvia: ‘Seguir viviendo hijo’. ‘¿Y cuando te mueras tú y el papa, que haré yo, me quedaré solo?
Nuestra sociedad occidental no nos prepara para la muerte. Por lo general tendemos a ignorarla, negarla e incluso estar atemorizados ante ella creyendo que sólo significa pérdida y final. Vivimos en un mundo materialista inmerso en un desierto espiritual donde la mayoría de la gente piensa que la vida es lo único que existe olvidando lo que todas las grandes tradiciones espirituales y místicas del mundo nos dicen: que la muerte no es el final.
Y no sólo las grandes tradiciones sino también investigadores como Elisabeth Kubler-Ross o Raymon Moody, por citar algunos, lo plasman en sus libros: que la muerte es una experiencia hermana al nacimiento, es un nacimiento a otra existencia.
Si empezamos a considerar la muerte como parte de la vida y la incorporamos a nuestra cotidianeidad, recordando que todo es efímero y que a cada segundo estamos muriendo, la vida cobra otro sentido, otra dimensión, brilla.
Se que mi hijo está en la edad de preguntar sobre la muerte, y como los hijos son nuestros maestros, sus preguntas me han hecho reflexionar sobre cómo explicar y acompañar a los niños ante las pérdidas de seres queridos. La curiosidad me impulsó a buscar en internet recursos para ello, algunos de los cuales comparto aquí.   Espero que os sean de utilidad:
Un libro: ‘Como hablar con niños y jóvenes sobre la muerte y el duelo’.  Mary Turner.  Ed. Paidós Ibérica.
Una webhttp://www.vivirlaperdida.com/.  Una web que nos ofrece sugerencias y recursos para las personas adultas, niños y jóvenes que están en duelo o a aquellas que quieran ayudar a alguien que está atravesando esa situación.
Un cuento: ‘El cuento de Thumpy’. Dodge, Nacy C.  Este cuento nos narra la historia de Thumpy, un conejito que comparte el dolor y las preocupaciones que siente cuando muere su hermana repentinamente. La familia se une y se da ayuda mutua para sanar la pérdida y crecer en una experiencia curativa.

Un artículo: ¿Cómo hablarle a los niños sobre la muerte?  Por Laura Álvarez y Viviana Hidalgo. Especialistas en Psicólogía clínica.  Si estás interesado pulsa aquí